Artículo publicado en El Món: Alien, el tercer passatger

Como Presidente del Cercle Català de Negocis siempre he tenido una especial preocupación, casi enfermiza, por conservar la independencia política de nuestra entidad. Esto implica mantener la transversalidad ideológica en nuestros órganos de gobierno y una cierta equidistancia en nuestro obrar, respecto a otros actores políticos y sociales. Pero, sobre todo, implica mantener la propia voluntad ante las presiones y los intereses de entidades ajenas. I tengo que reconocer que no ha sido una tarea nada fácil. Es inevitable confiar en las personas que nos rodean, en buenos patriotas que lo han dado todo por el país y con un curriculum fácilmente demostrable que les avala. Pero nunca podremos tener la plena certeza de que todo el mundo actúa siguiendo un mismo designio. Detectar un alien a bordo no es fácil, a pesar de que acostumbran a seguir un mismo patrón: están en todas partes, conocen a todo el mundo, tienen una gran capacidad para movilizar y crear opinión y, a pesar de estar integrados en diferentes entidades, a menudo actúan por cuenta propia.

Esta es una parte consustancial de las entidades que juegan a hacer política de forma idealista. Y, cuando te das cuenta de que este fenómeno no se puede erradicar sin causar un trauma a la entidad, aprendes a tolerarlo, a convivir con ello; al menos, cuando la actividad del alien es puramente informativa y no obstruye la actividad interna de la entidad/huésped. Igualmente, no puedes despistarte ni dejarte llevar por afinidades personales cuando el alien traspasa ciertos límites en sus pretensiones. Gestionar la presencia de aliens requiere mano izquierda. En ocasiones, puede surgir la sospecha que una determinada iniciativa, la propuesta de una acción, un artículo o un comunicado oficial puedan estar teledirigidos desde fuera de la entidad. Entonces, el problema se tiene que cortar de raíz, sin contemplaciones. Al menos, la presencia de aliens puede ser provechosa, si el organismo huésped es capaz de detectarla y de actuar sibilinamente.

Actualmente, los partidos lo impregnan todo. Sus esporas colonizan todo el entramado político y social, desde las instituciones municipales de base hasta los consejos de administración de las grandes corporaciones financieras. Las entidades de la sociedad civil tampoco se escapan. Las hay que han sido concebidas por los propios partidos para facilitar su acceso a determinados segmentos sociales. Y cuando surgen espontáneamente, a iniciativa de la sociedad civil, son presa fácil de cualquier otro organismo ajeno. A menudo, la dinámica de las entidades sociales está condicionada por su presencia, y con el tiempo se convierten en huéspedes de auténticas colonias alienígenas. Y asimismo, aunque sea un recurso habitual de los partidos políticos, los organismos con más capacidad de generar colonias de esporas son los organismos públicos y más concretamente los servicios de seguridad del Estado. De hecho, esta ha sido una de las claves de la lucha del gobierno español contra los terrorismos vasco y yihadista. Y también es un elemento clave en la lucha contra el proceso soberanista.

La presencia de colonias ajenas se hace evidente cuando la entidad/huésped actúa, sin saberlo, en beneficio del organismo que la ha colonitzado. Entonces, la entidad/huésped se convierte en clon. Su grado de infección es tan alto que difícilmente se puede erradicar. Las entidades con un comportamiento asambleario son las más vulnerables de convertirse en entidades/huéspedes. Están abiertas a todo el mundo y se caracterizan por la falta de jerarquía en la toma de decisiones. Sus asambleas son terreno abonado para que afloren las esporas de otros organismos, encargadas de inocular un potente virus a las células de la entidad/huésped capaz de modificar su comportamiento.

La negativa de las CUP a la hora de investir Mas como presidente de la Generalitat solo favorece los intereses del Estado español. Demonizar la figura de Artur Mas con motivo de la corrupción es una estrategia adoptada recientemente por las CUP y está perfectamente alineada con la estrategia del gobierno y lo mass media españoles por hacer abortar el proceso. Pero, sobre todo, la negativa de apoyar la investidura de Artur Mas consigue de un solo golpe todos los objetivos del Estado español respecto el proceso soberanista: truncar el liderazgo, sabotear la continuidad del proceso, dividir el bloque soberanista en dos, impedir la formación de un gobierno independentista en Catalunya, neutralizar la mayoría independentista en el Parlament de Catalunya, forzar la convocatoria de unas nuevas elecciones o de un pacto de gobierno con entidades no soberanistas, dividir la sociedad civil en general y la ANC en particular, generar frustración y eliminar el proyecto político de CDC. Hay que reconocer que la jugada no les podría haber salido mejor.

Sea como sea, este mal no se resuelve con antibióticos, sino con cirugía. Mientras, convendría que tanto los ciudadanos como JxS pongamos la entidad/huéped en cuarantena.

Albert Pont
Presidente del Cercle Català de Negocis

La data de publicació és: 30-11-2015