El debate sobre la independencia, estrictamente hablando, ya ha acabado. Podemos pasar página. El grado de movilización electoral nos permit reafirmar el carácter plebiscitario de estas elecciones. Ya tendremos que teorizar más sobre la viabilidad económica de una Catalunya independiente, ni tendremos que especular sobre las posibles reacciones del Estado español. Ni siquiera tendremos que valorar nada más ante el dilema de mantenernos como una región más de España con la garantía de nuestra continuidad en la UE, o bien, convertirnos en un Estado independiente asumiendo unos riesgos que no lo serán tanto.
Ya hemos decidido qué relación queremos tener con España: ser buenos vecinos. Hemos superado el discurso del miendo que blandía el unionismo, así como las manipulaciones, las mentiras y la arbitrariedad de un Estado que siempre nos ha mostrado su hostilidad, aunque calculada. Se mire como se mire, la independencia ha ganado claramente cualquier otra opción política (federalismo y unionismo) que hubiera garantizado la unidad del Estado español. Y lo ha hecho con su propia ley electoral, la misma que permitió al PP obtener la mayoría absoluta a las Cortes españolas.
Ahora toca empezar la etapa más constructiva del proceso. Tendremos que saber reconducir el debate hacia cestiones más prácticas. Ya no se trata de decidir si queremos que Catalunya sea un Estado independiente o no, sino qué clase de Estado independiente queremos. Es decir, tenemos que dotar de contenido la independencia. Tendremos que decidir sobre el modelo de Estado y de gobierno, sobre la organización territorial del poder, sobre los servicios sociales, el modelo económico, la justicia, la fiscalidad, la educación… Y, esta vez sí, lo tendremos que hacer solos, sinlimitaciones impuestas por Madrid. Pero, eso sí, contando con la participación de todas las fuerzas polítiacs del país.
Pero para hacerlo posible es necesario que todos los partidos respeten la voluntad de los catalanes. Y una vez fijada la creación de un Estado independiente como objetivo, es necesario que todas las fuerzas políticas puedan participar en su creación, garantizando la representación de todas las sensibilidades posibles. Empezamos así un proceso constituyente que nos tiene que permitir dotarnos de un marco jurídico propio y de una constitución que habrá que refrendar popularmente. El reto será continuar sumando a cada paso que demos, porque se necesitan amplias mayorías parlamentarias para hacer posible la tan anhelada desconexión del Estado español.
El esfuerzo de decenas de miles de personas a lo largo de los últimos añs ha valido mucho la pena. Sin las numerosas entidades y los voluntarios que reúnen, el cambio de escenario no hubiera sido posible. Y con su apoyo continuaremos construyendo una mayoría social aún más amplia en favor de la independencia.
Albert Pont
Presidente del Cercle Català de Negocis
La data de publicació és: 30-09-2015