Las pasadas elecciones municipales han terminado de configurar los tres bloques que liderarán la política catalana en los próximos años: soberanismo, unionismo y nuevos movimientos de izquierdas. Más allá del lógico trasvase de votos entre partidos de un mismo bloque es destacable el aumento del tercer actor. Algunos partidos como ERC y C ‘s, entre otros, tenían por objetivo capitalizar parte de este auge. Sin embargo, en la práctica, CiU y PP respectivamente han sido su principal fuente de votos. Con ello C ‘s cumple el objetivo de amortiguar la pérdida de votos del bloque unionista, mientras que ERC parece haber perdido el principal argumento para negarse a dar la mano a CiU.

Sin embargo, los nuevos movimientos de izquierdas se han decantado por dar su representación a nuevos actores que han irrumpido con fuerza en la escena política. Su ascenso ha planteado demasiado precipitadamente como un freno para las aspiraciones del movimiento soberanista, cuando en realidad se ha producido en detrimento los partidos dinásticos tradicionales. Con todo, el aumento del tercer bloque nos da una fotografía más precisa de la compleja realidad del país. Una realidad que no podemos negar.

Una vez dibujado el nuevo escenario, la tendencia natural será la concentración de los partidos en bloques que se podría articular de diferentes maneras, desde la simple unidad de acción hasta la creación de candidaturas conjuntas en las próximas elecciones del 27S. Más allá de su articulación interna, los tres bloques quedarán perfectamente bien definidos. Lo más importante es que probablemente, ninguno de ellos obtendrá por sí mismo la mayoría absoluta. En este nuevo escenario, la mayoría absoluta sólo se podrá obtener del entendimiento entre dos bloques.

Por lo tanto, ahora se hace más que necesario el establecimiento de sinergias entre el soberanismo y los nuevos movimientos de izquierdas. No será nada fácil, pero es mucho más natural que cualquier otra combinación. Si quieren conseguir sus respectivos objetivos necesitan coordina a. Al fin y al cabo, ambos surgen como respuesta a las contradicciones de un sistema agotado frente al inmovilismo de los partidos tradicionales que todavía lo defienden.

Para ello es necesario que los partidos soberanistas pongan orden en sus relaciones mutuas y adopten parte de las demandas sociales de los movimientos de izquierdas especialmente las referentes a la regeneración política, la lucha contra la corrupción y las desigualdades sociales.

Albert Pont

Presidente del Cercle Català de Negocis

La data de publicació és: 26-05-2015