Al gobierno español le ha salido muy mal la jugada del yihadismo; lo cual no quiere decir que no pueda volver a probar. Pero, esta vez, los mozos de escuadra no sólo han evitado una masacre indiscriminada; han evitado que el gobierno del Partido Popular el instrumentalizado en su favor, como intentó instrumentalizar impunemente los atentados del 11M en Madrid.
Una acción convenientemente atribuida al yihadismo contra un objetivo situado en la Plaza de España de Barcelona en pleno proceso de independencia, hubiera sido muy favorable a sus intereses propagandísticos. Es de manual. El objetivo de los yihadistas no era ni la comisaría del mossos, ni el hotel Plaza, ni el centro comercial de las Arenas, sino la Plaza de España en sí misma; la clave perfecta para sustentar la vinculación entre el soberanismo catalán y el terrorismo islámico y una nueva zona cero desde donde propagar el nacionalismo español en Cataluña.
Esto, sin embargo, el discurso político que vincula yihadismo y soberanismo catalán ha aflorado muy oportunamente. Sin embargo, ya no tendrá la credibilidad que algunos esperaban poder atribuirle. Había algo más que las retorcidas palabras del hijo de un militar falangista para hacer que acabara calando en la opinión pública. Había sangre. Algunos medios españoles esperaban poder cebarse ante una sociedad conmocionada, que aún no ha superado el duelo por las víctimas del avión accidentado en los Alpes franceses.
Sin embargo, nunca conoceremos su repercusión ni sobre el proceso, ni sobre el estado de ánimo de los catalanes, ni sobre nuestro régimen de derechos y libertades, porque la rápida y acertada acción de los mozos de escuadra le ha hecho perder todo su sentido. Esta vez hemos conseguido neutralizar la fuerza destructiva que hubiera tenido la propaganda del Estado español si finalmente el atentado se hubiera acabado perpetrando con éxito. Ahora, las palabras de Margallo y los Fernández Díaz nos resultan poco más que grotescas. Y sus actitudes, bastante reveladoras; no han mostrado la más mínima nota de agradecimiento al cuerpo de los mozos por haber hecho abortar la operación terrorista. Como revelador es el hecho de que las autoridades españolas hayan intentado ocultar la vinculación de uno de los detenidos con movimientos españolistas de extrema derecha y con entidades unionistas que operan en Cataluña.
De este primer intento de utilizar las minorías nacionales y religiosas en favor de los oscuros intereses de España se pueden extraer dos conclusiones. Primero, España está agotando los instrumentos que proporciona la vía escogida para enfrentarse al reto que plantea la secesión de Cataluña. España se lo jugaba todo a una carta y no le ha salido como esperaba. Y segundo, en esta primera acción se ha conseguido el efecto contrario. Los mossos de escuadra han demostrado estar perfectamente preparados para garantizar, por sí solos, la seguridad de una Cataluña independiente. La acción de los mozos ha estado a la altura de las operaciones más brillantes de otros cuerpos policiales europeos que han podido neutralizar atentados islamistas en suelo occidental. Sin embargo, después de meses de investigación, los mossos han tenido que entregar los detenidos a la justicia española. España, nuevamente, juez y parte. Y a partir de ahí a intoxicar …
El éxito de los mossos no ha sido neutralizar este primer ataque, sino hacernos conscientes de la verdadera amenaza que planea sobre Cataluña: el terrorismo de Estado.
Albert Pont
Presidente del Cercle Català de Negocis
La data de publicació és: 13-04-2015